miércoles, 28 de noviembre de 2012

Denigrando el feminismo. La Otra de la Otra en Simone de Beauvoir

Denigrando el feminismo
La Otra de la Otra en
SIMONE DE BEAUVOIR
Por Cristian Sayes

Abstract


El presente trabajo pretende denigrar al feminismo de Simone de Beauvoir.


1- Introducción

 


“Si te agarro con otro te mato
te doy una paliza y después me escapo”
Cacho Castaña, Cantante

El feminismo es el hecho maldito del universalismo patriarcal. Así fue evidenciado en sus principios originarios en tiempos de la Revolución Francesa. Por una lado, mientras estallaba la toma de la Bastilla, estallaba otra revolución, hasta ahora negada. Mientras se universalizaba, y se expulsaba a la mitad de la humanidad, se hablaba de la humanidad. El concepto de Hombre y Ciudadano tenia la naturaleza de ser parte y todo. La revolución había cambiado la estructura de organización económica y política de la sociedad. Pero en esta nueva legalidad, las mujeres quedaban fuera de lo nuevo. La mujer quedó relegada a la mera reproducción de individuos para el mercado laboral. Se dividía aquello que Hegel inmortalizó en Die Familie, la Familia y Die Bürgerliche Gesellschaft, la Sociedad Civil. Más poético y liberal fue Rousseau que dedicó toda una inmensa obra pedagógica para la educación de Emilio, y dejó un apéndice para la educación de Sofía.

La filosofía, heredera de las luces de la Grecia clásica, ya había preparado el terreno para la nueva racionalidad. Nacía ese constructo señorasierva, es decir, la servidumbre de la mujer frente al señorío del hombre. Es así que para el romanticismo, sea conservador o liberal, una buena mujer era aquella sensible ama de casa que cuida del hogar.

La supertructura patriarcal había desarrollado dispositivos de dominación altamente eficaces. No eran pocos los hombres que habían hecho a la mujer a su antojo. Del mito al logos, y del logos a la razón, el hombre ordenaba. Veamos que decían los poetas y filósofos:


Que no te haga perder la cabeza una mujer de trasero emperifollado que susurre requiebros mientras busca tu granero: quien se fía de una mujer, se fía de ladrones.” (Hesíodo, Trabajos y Días, 375)

Además, la licencia de las mujeres es perjudicial tanto para el propósito del régimen como para la felicidad de la ciudad. Pues así como el hombre y la mujer son parte esencial de la casa es evidente que también la ciudad debe dividirse en dos partes aproximadamente iguales: el conjunto de los hombres y el de las mujeres; de suerte que todos los regímenes en que va mal lo referente a las mujeres, hay que considerar a la mitad de la ciudad está como sin leyes. (Aristóteles, Política, 1269b, 5-6)

Un sexo es por lo tanto lo espiritual como lo que se desdobla por un lado en la independencia personal que existe por sí por otro en el saber y querer de la libre universalidad, en la autoconciencia del pensamiento que concibe y el querer del fin último objetivo. El otro es lo espiritual que se mantiene en la unidad como saber y querer de lo sustancial en forma de individualidad concreta y el sentimiento. [...] El hombre tiene por ello su efectiva vida sustancial en el estado, la ciencia, etcétera, [...] En ella, encuentra la mujer su determinación sustancial y en esta su piedad su interior  disposición ética. (Hegel, Filosofía del Derecho, § 166)


En un principio fue el trasero emperifollado. Después, la falta de voz para participar de la organización de la polis; y posteriormente, ser simplemente ama de casa para ser esclava social. Debajo de estos presupuestos, la mujer quedó relegada en el ámbito de la  familia, del sentimiento y la piedad. Lo que terminó siendo un elogio romántico, sirvió como estructura de dominación patriarcal. La naturaleza no tiene razón, es mecánica y necesaria: la sociedad es racional y orgánica. A la razón se la ejercita, a la naturaleza, se la golpea:

A medio camino entre la rebelión y la esclavitud, se resigna de mala gana a la autoridad masculina. A cada momento hay que imponerle por la violencia que acepte las consecuencias de su incierta sumisión. El varón persigue la quimera de una compañera libremente esclava: quiere que, al cederle, ceda a la evidencia de un teorema; pero ella sabe que él mismo ha elegido los postulados a los cuales se aferran sus vigorosas deducciones; en tanto ella evite ponerlos en tela de juicio, le cerrarán fácilmente la boca. ( Simone de Beauvoir, 2011: 602)

Es así que el grito de Olympe de Gouges, esa otra boca inquieta de la revolución, fue silenciada en la guillotina. Pero hombres y mujeres no pasan sin dejar huellas: otras voces gritaron el primer grito. Simone de Beauvoir fue la primera mujer filósofa que, desde la matriz existencialista y liberal[1] en de-construir esa entidad metafísica llamada “mujer”. 

No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; es el conjunto de la civilización el que elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado al que se califica de femenino. (Simone de Beauvoir, 2011: 207)

Porque el feminismo de Simone de Beauvoir, también es hija de su tiempo, y su tiempo fue el existencialismo.


2- El feminismo es un existencialismo

Simone de Beauvoir parte de dos influencia filosóficas que construyen su teoría feminista: Jorge Guillermo Federico Hegel y Juan Pablo Sartre. Del primero toma la dialéctica de la autoconciencia, y del segundo, la moral existencialista. De ambos pensadores, Simone de Beauvoir construye el concepto de lo otro, y esquiva el gran problema de la filosofía moderna heredada del cogito cartesiano. En un principio era otro. Veamos rápidamente como ambas filosofías se articulan en el feminismo de Simone de Beauvoir.

Hegel desarrolla su filosofía a la sombra del dualismo kantiano. Hegel representa el paso del yo al otro. Yo y otro es la unidad de la experiencia de la conciencia. Para llegar a decir “yo”, primero tuve que decir “otro”. Esto queda claro en la dialéctica del amo y el esclavo.

Hegel parte de la conciencia deseante. Es por eso que el hombre se diferencia de los animales por desear deseos. El hombre no desea cosas, sino cosas deseadas por otros. Desear deseo es reconocer. Es por eso que en un principio era otro, y este otro es conflicto. Esta dialéctica se resuelve en la lucha de vida o muerte por el reconocimiento. En esta dialéctica de la autoconciencia, la conciencia que logra vencer el temor, deviene en amo, es decir, en autoconciencia. La otra conciencia deviene esclavo. El temor de una conciencia la lleva a la dependencia de un amo y a trabajar para él. Pero el amo, al depender del esclavo, queda en ser abstracto, pobre por no transformar la materia. El amo está mediado por el esclavo que trasforma la naturaleza y crea la cultura. Es así que en la dialéctica del amo y el esclavo, el amo termina siendo esclavo del esclavo. El temor y el trabajo son las fuerzas que mueven la rueda de la historia.[2] Simone de Beauvoir tomará esta dependencia estructural del esclavo para explicar la situación de servidumbre de la mujer frente al hombre.

De Sartre, Simone de Beauvoir parte como filósofa existencialista. Sartre será el ultimo filósofo que encara el tema de la responsabilidad y la libertad con la seriedad de todo filósofo moderno. De Sartre toma la noción de trascendencia y la ubica como conciencia que se proyecta, que estalla en un otro y sale de la inmanencia. La realidad humana (peculiar traducción antropológica de Sartre del dasein de Martin Heidegger), es para-si. Para Sartre, el hombre es un agujero en la plenitud del ser. (Feinmman, 2008: 455)

Mitad víctimas, mitad cómplices
Como todo el mundo. Sartre

Así comienza el segundo tomo de El segundo sexo. Recordemos que Sartre, a diferencia de toda la filosofía moderna, vacía la conciencia, el cogito, el sujeto en si de molde cartesiano, y lo hace estallar hacia fuera. No hay conciencia de si, sino “conciencia de”. Dice Sartre:

La conciencia es conciencia de algo: esto significa que la trascendencia es estructura constitutiva de la conciencia; es decir, que la conciencia nace conducida sobre un ser que no es ella misma. (Sartre 2004: 25).

La conciencia es conciencia de algo, ese algo es un otro. Con Sartre, ontología y ética van de la mano. Uno se proyecta en un otro, de ahí que el hombre carga sobre su espalda al mundo entero.

Estoy arrojado en el mundo, no en el sentido de quedarme abandonado y pasivo en un universo hostil, como la tabla que flota sobre el agua, sino, al contrario, en el sentido de que me encuentro de pronto solo y sin ayuda, comprometido en un mundo del que soy enteramente responsable, sin poder, haga lo que haga, arrancarme ni un instante de esa responsabilidad, pues soy responsable hasta de mi propio deseo de rehuir las responsabilidades; hacerme pasivo en el mundo, negarme a actuar sobre las cosas y sobre los Otros, es también elegirme, y el suicidio es un modo entre otros de ser-en-el-mundo. (Sartre, 2004: 579)

Es así que Simone de Beauvoir sintetizará dialéctica de la autoconciencia y existencialismo ético. Vamos a eso.

3- El segundo sexo

El segundo sexo es hija de su época. Simone de Beauvoir procesó su teoría feminista, y obra fundamental del feminismo contemporáneo, con la influencia hegeliana-sartreana –en el aspecto filosófico–, pero también, como producto de una época. Los años anteriores, en especial, el viaje a EEUU de 1947 producirá en la joven filósofa un impresión situacional de otras servidumbres. La cuestión judía y el problema de los negros en EEUU, serán la base de construcción empírica para construir el concepto de lo otro en El segundo sexo: Simone de Beauvoir lo expresa con las mismas palabras que Sartre y Myrdall:

Si echamos una ojeada de conjunto a esta historia, vemos que de ella se desprenden varias conclusiones. Y, en primer lugar, la siguiente: toda la historia de las mujeres la han hecho los hombres. Al igual que en Norteamérica no hay problema negro, sino un problema blanco, y que «el antisemitismo no es un problema judío, sino nuestro problema», así también el problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres. (Simone de Beauvoir, 2011: 126)

Lo judío, lo negro y el “eterno femenino”[3], son estructuras de dominación patriarcales que sirven de modelo para explicar lo Otro como producto de una historia construida socialmente.

¿Cómo ha llegado a constituirse a la mujer como la otra en la sociedad occidental?[4] ¿En esta dialéctica de la conciencia, cómo llega la mujer a constituirse como otra frente al sujeto absoluto que es el hombre? –Simone de Beauvoir analiza varios aspectos y busca el origen de esa servidumbre. La biología, el psicoanálisis,  y el materialismo histórico no explican porqué la mujer se ha constituida como Otra. Beauvoir llega a una conclusión determinante:

Ya se ha visto por qué causas han tenido ellos, al principio, junto con la fuerza física, el prestigio moral; ellos han creado los valores, las costumbres, las religiones, y jamás las mujeres les han disputado ese imperio (Simone de Beauvoir, 2011: 125)

La mujer es otra porque el hombre es lo uno, es decir, el todo, el sujeto absoluto. La mujer adquiere la característica que Hegel había encontrado en el esclavo. La mujer es parte constitutiva del reconocimiento del hombre amo. La mujer es en si en tanto para otro.

Los privilegios económicos detentados por los hombres, su valor social, el prestigio del matrimonio, la utilidad de un apoyo masculino, todo empuja a las mujeres a desear ardientemente agradar a los hombres. En conjunto, todavía se hallan en situación de vasallaje. De ello se deduce que la mujer se conoce y se elige, no en tanto que existe por sí, sino tal y como el hombre la define. Por consiguiente, tenemos que describirla en principio tal y como los hombres la sueñan, ya que su ser-para-los-hombres es uno de los factores esenciales de su condición concreta. (Simone de Beauvoir, 2011: 135)

La mujer queda relegada a la inmanencia, frente a la otra conciencia que se constituye como trascendencia. La mujer es un producto de la historia: la cultura ha construido a la mujer como otra. Cada vez que una mujer sale de la inmanencia, y trasciende, estalla, se libera del ámbito in-esencial, la violencia es notable. Sea en el ámbito familiar, laboral o social y/o política. Cada mujer que sale de la inmanencia y se proyecta como autoconciencia, en ser para si, es cuando aparecen los clásicos dichos misóginos:

Si te agarro con otro te mato.
Te doy una paliza y después me escapo, ay, ay, ay[5]

Camilita da para concurso de belleza y nada más. Cualquier diputado UDI la deja en ridículo en elecciones. Se atreverá la miss comunismo?[6]

Kris... no vayas con Chavez!!
Andate con...chuda![7]

El empoderamiento (traducción antropológica del concepto trascendencia del existencialismo) produce lucha por el reconocimiento. Esta lucha no es pacifica. La lucha es por el reconocimiento. Es como en Hegel, la lucha es de vida o muerte. No es exageración dialéctica. Lo saben las mujeres víctimas de femicidio. Una mujer que decide proyectarse socialmente o políticamente, independizarse, realizarse como mujer individual, en grupos a través de la propia identidad étnica, revivirá los insultos de la sociedad que la obliga a mantenerse en la inmanencia. La “loca”, la “soberbia”, o la “puta”; éste último, lugar reservadísimos que los hombres –nosotros los hambres-, le damos a la mujer cuando le es permitida ser “publica”.

Simone de Beauvoir es una mujer liberal que creía en la igualdad. Una liberal hegeliana que pensaba que algún día existiría el reconocimiento recíproco entre iguales. Es decir la síntesis dialéctica de la igualdad y la diferencia. Por eso, Simone de Beauvoir no cree en la supuesta igualdad que los hombres obsequian a la mujer como diferente:

A lo sumo, se consentía en conceder al otro sexo «la igualdad en la diferencia». Esta fórmula, que ha hecho fortuna, es muy significativa: es exactamente la que utilizan a propósito de los negros de Norteamérica las leyes Jim Crow. Ahora bien, esta segregación supuestamente igualitaria no ha servido más que para introducir las discriminaciones más extremadas. Esta coincidencia no tiene nada de casual; ya se trate de una raza, de una casta, de una clase, de un sexo, reducidos a una situación de inferioridad, los procesos de justificación son los mismos. «El eterno femenino» es homólogo del «alma negra» y del «carácter judío». (Simone de Beauvoir, 2011:25)

Las denominadas leyes Jim Crow[8] en EEUU se implementaron para separar a negros y blancos. Como los blancos del norte habían ganado la guerra (con los negros del sur), el sur instituyó un marco jurídico para separar a los negros y los blancos. No hay problema negro, sino problema blanco. Simone de Beauvoir traslada esta lógica de la conciencia racista del blanco en EEUU para construir la alteridad de esta otra servidumbre que es la mujer dependiente.

Esta ultima cita nos mete de lleno a la ultima parte de este trabajo.


4- ¡Escucha blanca! - advertencia de Simone de Beauvoir

El viaje de Simone de Beauvoir por los Estados Unidos en 1947 produjo una gran conmoción en la joven filósofa. EEUU le demostró un tipo de dominación institucionalizada que la llevó, años después, a categorizar a la mujer como la otra del hombre. EEUU y el racismo legal norteamericano (en especial, en el sur de EEUU) había interiorizado al negro desde una compleja superestructura jurídica. El negro era lo otro del blanco. En An American Dilema[9] Simone de Beauvoir encuentra una fuente empírica en la categorización de un otro como construcción social del otro inferior. No se nace mujer negra sirvienta, se llega a serlo. Esta otra que En el segundo sexo, se llega a serlo, en EEUU, lo otro del blanco; la otra del otro negro, y de la otra del otro blanco también se llega a serlo. Este mundo negro fue creado por el mundo del blanco. De esta matriz racista, es donde es entiende el conflicto entre feminismo blanco y feminismo negro. De ahí, encontramos en Simone de Beauvoir a la otra de la otra.

“Se dice «Los negros son sucios». Esto trasluce la ambivalencia de las opiniones de los sudistas con respecto a los negros, pero comen sin remilgos los alimentos que sus manos han preparado; les confían a sus hijos, el cuidado de sus casas” (Simone de Beauvoir, 1999: 250) (ver apéndice, imagen 5, pag 14)

El economista sueco Gunnar Myrdal (1898-1987), fue encargado de una investigación sobre la situación de los negros en EEUU. Myrdal llega a conclusiones más que significativas. No es casual que Simone de Beauvoir dedicara todo el 3 de abril de América día a día –el capitulo más largo de toda la obra–, para analizar la situación racial estadounidense. Allí Simone de Beauvoir establece conceptos que en El segundo sexo serán centrales para el análisis de las mujeres como otras. En América día da día, Simone de Beauvoir anticipa mucho de lo que después desarrollará en El segundo sexo:

“El problema de los negros, dice Myrdal, es en primer lugar, un problema de los blancos. Para comprenderlo hay que partir de ahí. Fueron los blancos quienes introdujeron en América a los esclavos negros (alrededor de 400.000 antes de 1802, cuando el trafico era legal, y más o menos la misma cantidad de manera ilegal entre 1808 y 1808). Fueron los blancos quienes lucharon entre ellos para decidir si mantenían o abolían la esclavitud; hoy día, los negros alcanzan los trece millones, pero solo poseen una ínfima parcela de la riqueza económica del país y casi o tienen ninguna influencia política; los blancos les asignan espacio que ocupan: su modo de vida es una consecuencia inevitable de esa situación creada por la mayoría blanca.” (Simone de Beauvoir, 1999: 247)[10]

La situación del negro en EEUU es similar a la de la mujer en la sociedad patriarcal. De hecho, Simone de Beauvoir denomina a la economía del sur de EEUU como “patriarcal”[11]. Un “buen negro”, una “buena mujer” es aquel o aquella que no sale del rol que la sociedad le ha impuesta. Una mujer buena es siempre una mujer que queda en la inmanencia y deja su autonomía en relación directa a la trascendencia de su señor. Simone de Beauvoir, en América día a día, encuentra tópicos racistas en la sociedad norteamericana que vinculan directamente con el estereotipo que dos años después desarrollará en El segundo sexo:

Los negros son incultos
Los negros son sucios.
Son perezosos, mentirosos, ladrones...
Todas las mujeres negras son lúbricas
Esa gente vive mejor que nosotros (Simone de Beauvoir, 1999: 244- 260)

La sociedad racista ha hecho al negro inculto, sucio, perezoso, mentiroso, ladrón y demás estereotipos. Simone de Beauvoir da el mismo ejemplo para rebatir esas acusaciones citando a Bernard Shaw:

“La altanera nación americana... obliga al negro a limpiarle los zapatos y demuestra en seguida su inferioridad física y mental mediante el hecho mismo de que es un limpiabotas”.  (Simone de Beauvoir, 1999: 252, y 2011 :26)

El problema de las mujeres es un problema de los hombres. El problema de las mujeres negras es un problema, también, de los hombres negros, blancos, y un problema de las mujeres blancas. Esto que Simone de Beauvoir supo captar en An American es lo que bell hooks denunciará tiempo después:

“La mujeres negras sin un «otro» institucionalizado al que puedan discriminar, explotar u oprimir tienen una expectativa vivida que reta directamente la estructura social de la clase dominante racista, clasista y sexista. (bell hooks, 2004: 49)

Llegamos a la crítica del feminismo blanco por parte del feminismo negro.[12]


5- El Dilema americano o la conciencia desventurada del feminismo blanco

EEUU tiene ideales liberales de los más altos. El An American Dilema, o mejor dicho, el dilema del feminismo blanco que bell hooks interpela desde el feminismo negro, hay que entenderlo en relación directa con lo que Simone de Beauvoir observó en el año 1947[13]. No sabemos, no tenemos fuentes de las influencias de Myrdal para describir la relación blanco / negro en An American Dilema; pero si sabemos que Simone de Beauvoir tenia bien presente la dialéctica de la autoconciencia de la Fenomenología de Hegel–. El ideal abstracto, nobilísimo del feminismo blanco, pero desdoblado en un particular mísero frente al silenciamiento de las mujeres negras, es característico de aquello que Hegel denominó conciencia desventurada.

Esta conciencia desventurada, desdoblada en sí misma, debe ser, por tanto, necesariamente, puesto que esta contradicción de su esencia es para sí una sola conciencia, tener siempre una conciencia también la otra, por donde se ve expulsada de un modo inmediato de cada una, cuando cree haber llegado el triunfo y a la quietud de la unidad (Hegel, 2007: 128)

Solo se sostiene la majestuosidad del alma bella expulsando al particular, es decir, desdoblando la conciencia y silenciando lo concreto. Y es ahí donde la denuncia de bell hoks tiene sentido.

Las mujeres blancas que dominan el discurso feminista, que en su mayoría crean y articulan la teoría feminista, muestran poca o ninguna comprensión de la supremacía blanca como política racial, del impacto psicológico de la clase y del estatus político en un estado racista, sexista y capitalista. (bell hooks, 2004: 36)

Insistir en la crítica al patriarcalismo universal, es ocultar esa realidad –que muchas feministas liberales no querían ver–: el racismo. Son las mujeres negras, las otra de las otras de El segundo sexo o de La mística de la feminidad, las que limpian sus casas, las que cuidan a sus hijos e hijas: es decir, las que a costa de mantenerse en la inmanencia, la blancas pueden proyectar su teoría feminista.[14] Simone de Beauvoir fue sincera en sus pretensiones representativas.[15] Ella no podía hablar por las mujeres negras. En todo caso denunciar la injusticia y...

Y todos los blancos que no tienen valor para desear la fraternidad tratan de negar ese desgarro en el seno de su propia ciudad, tratan de negar Harlem, de olvidarlo; no es una amenaza futura, es una herida actual; una ciudad maldita, la ciudad donde ellos están malditos; tienen miedo de tropezarse con ellos mismos al doblar la esquina. Y como yo soy blanca, piense lo que piense, diga o haga, esa maldición también es para mi. No me atrevo a sonreír a los niños de las plazoletas, siento que no tengo derecho a vagar por calles donde el color de mis ojos significa injusticia, arrogancia y odio. (Simone de Beauvoir, 1999: 43)

Simone de Beauvoir no puede hablar por las mujeres negras. Solo puede alertar, advertir sobre el racismo y alertar al feminismo blanco y elucubrar.

Como feminista blanca me apodero del libro de una feminista negra y lo convierto en un medio para curar a las feministas blancas. Aprovéchenlo.

Hemos denigrado[16] el feminismo de Simone de Beauvoir, es decir, lo hemos oscurecido.

Hemos buscado la otra de la otra de El segundo sexo.


fin



Bibliografia

bell hooks (2004) “Mujeres negras. Dar forma a la teoría feminista”. Otras inapropiables.

Feminismos desde las fronteras. Traficantes de Sueños, Madrid.

Bidaseca, Karina (2010) Perturbando el texto colonial. Editorial SB, Ciudad de Buenos Aires.

Bidaseca, Karina y Vásquez Laba, Vanesa (Comps.) (2011), Feminismo y poscolialidad. Descolonizando el feminismo desde y en América Latina, Ediciones Godot, Buenos Aires.

De Beauvoir, Simone  (1999), América día a día, Mondadori, Barcelona.

De Beauvoir, Simone, (2011) El segundo Sexo. DEBOLSILLO, México
Hegel Georg W. F (2007), Fenomenología del espíritu. Fondo de Cultura Económica. Argentina

Feinmann, José Pablo (2008), La filosofía y el barro de la historia. Planeta. Argentina

López Pardina, Teresa (2007).  “El feminismo existencialista de Simone de Beauvoir”, en Teoría feminista: de la ilustración a la globalización. De la Ilustración al segundo sexo I. Madrid, Minerva ediciones, (pp. 333-363).

Myrdal, Grunar, (1944), An American Dilemma. The Negro Problem an Modern Democracy. H. B. P. New York. (disponible en:

Sartre, Jean-Paul (2004). El ser y la nada. BIBLIOTECA DE LOS GRANDES PENSADORES. Barcelona.

Spivak, Gayatri (1988) “¿Puede el subalterno hablar?”, en Revista Orbis Tertuis, Año 6, Nº 6. Traducción José Amícola.



[1] En el apartado final se explica porqué Simone de Beauvoir es una pensadora feminista y liberal.
[2] El temor y el trabajo, base de las dos grandes filosofías surgidas a la sombra del hegelianismo está la encrucijada e la cual entra Sartre al intentar lograr la síntesis entre existencialismo y marxismo. Esfuerzo enorme que culmina e Critica de la razón dialéctica de 1960.
[3] Por una cuestión de espacio, Reflexiones sobre la cuestión judía quedará al margen de este análisis. Pero es interesante seguir la línea histórica de los textos de Sartre y Beauvoir. Todos con una misma matriz: Reflexiones sobre la cuestión judía de Sartre en 1946; América día a día, de Simone de Beauvoir en 1947, El negro y su arte de Sartre en 1948, y El segundo Sexo de Simone de Beauvoir de 1949. Los análisis del problema negro, en especial en Estados Unidos que Simone de Beauvoir desarrolla en América día a día, sientan el precedente que Sartre desarrollará décadas después en su celebre prólogo a Fanon. Este articulo no pretende crear una teoría nueva, simplemente ennegrecer lo que muchas feministas denominan feminismo blanco. Situar el feminismo de Simone de Beauvor en un contexto, así como situar el feminismo negro en su propia historia.   
[4] Nosotros preferimos tener una lectura local de Simone de Beauvoir. Europa es provincial.
[5] Letra de una canción  de un popular cantante: Cacho Castaña.
[6] Diputado Chileno Felipe Ward sobre la militante estudiantil Camila Vallejo. (Ver apéndice, Imagen 1, pag 12)
[7] Pancarta exhibida por ciudadanos que apoyaban el reclamo patronal durante el conflicto del 2008 en Argentina. (Ver apéndice, Imagen 2, pag 12.)
[8] Ver apéndice, Imagen 3, pag 13.
[9] Ver apéndice, Imagen 4, pag 13
[10] El análisis del día 3 de abril que figura en América día a día es riquísimo en relación al análisis del racismo estructural de la sociedad blanca norteamericana. Hemos citado un parrafo extenso por el motivo que sintetiza el concepto del capitulo en general. Por una cuestión lógica, este trabajo solo insinúa la influencia de la situación de los negros y negras en Estados Unidos en la conformación conceptual de la relación dialéctica entre hombre/mujer en El segundo sexo. El libro está dedicado a Richard Wirht, el escritor negro y Ellen, mujer blanca y pareja de Richard. Ambos amigos de Simone y de Sartre, y acompañaron a nuestra filósofa por los lugares más significativos de EEUU.
[11] “Pero la inmensa mayoría de los recolectores de algodón son negros y el régimen al que todos están sometidos es herencia directa de régimen esclavista. Extraña paradoja –y escandalosa para la propia América–, esta supervivencia de una economía patriarcal en la sociedad capitalista moderna.” (Simone de Beauvoir, 1999: 222)
[12] Existen infinidad de intelectuales, académicos y demás estudiosos de “lo que no se dijo” que han hecho escuela en encontrar silencios que sólo ellos oyen. No vamos a caer en esos tópicos tipo: Marx no habló de..., o  Sartre no vio..., o Simone de Beauvoir no dijo nade de.... No nos interesa caer en esos facilismo. Hay que interpretar a los grandes filósofos con lo que dejan en relación a su contexto, y no con lo que no dijeron en relación a nuestra realidad.
[13] “Los negros se apelotonan humildemente en los asientos del fondo, tratan de pasar desapercibidos. En plena tarde, entre el calor y los baches que se dejan sentir con más rudeza en la parte de atrás, una mujer encinta se desmaya; su cabeza inerte golpea contra el cristal e cada brinco, oímos la voz sarcástica y escandalizada de una college-girl que grita: “¡La negra está loca!”. El conductor para el autobús y va a ver qué pasa; solo es una negra desmayada, y todo el mundo suelta risitas sarcásticas… zarandean un poco a la enferma, la despiertan y el autobús arranca de nuevo; no nos atrevemos a dejarle nuestro asiento delantero, todo el autocar se opondría a ella y sería la víctima de la indignación general. El autobús sigue su camino, la joven sigue sufriendo, y cuando paramos en la ciudad, pierde otra vez el conocimiento; la gente va a beberse una Coca-Cola sin ocuparse de ella; solo una vieja americana se acerca con N. y conmigo para tratar de socorrerla. Nos da las gracias, pero parece inquieta y se va a toda prisa sin aceptar  que le ayudemos más: la mirada de los blancos le hace sentirse culpable y tiene miedo.” (Simone de Beauvoir, 1999: 243)
[14] La crítica de bell hooks se centra en la crítica a la obra de Betty Friedan La mística de la feminidad. El primer capítulo comienza así: “Cada mujer de los barrios residenciales luchaba con él a solas. Cuando hacia las camas, la compra, ajustaba la funda de los muebles, comía samdwiches de crema de cáchate con sus hijos y se acostaba junto a su marido por las noches, le daba miedo hacer, incluso hacerse a si misma, la pregunta nunca propunciada: “¿Es todo esto?” (Betty Friedan, 2009: 51)
[15] Ver apéndice, Imagen 6, pag 14
[16] Hemos decidido utilizar el adjetivo “denigrar” porque es de uso común utilizar como insulto sin saber su real significado. Esta idea la saqué de Nancy Fraser , que según comenta en Redistribución y reconocimiento, un alumno la alertara del mal uso del adjetivo denigrar. Fraser notó que estaba haciendo lo que ella denunciaba sobre el racismo.

Apéndice fotográfico

Imagen 1:

 

 

Twitt de un diputado chileno sobre Camila Vallejo. Imagen tomada de


Imagen 2:



Imagen exibida por manifestantes que apoyaban el reclamo patronal agropecuario en 2008.
Imagen tomada de:

Imagen 3



Niño negro bebiendo agua de un bebedero para negros (1938). Política producto de las denominadas leyes JimCrow. Sostiene Beauvoir en el diario de viaje a EEUU, que este sistema de segregación racial es inconsistente económicamente a largo plazo. Sostener dos hospitales, dos sistemas de transportes, dos escuelas, dos restaurantes, no se sostiene en el tiempo. (Imagen tomada de http://es.wikipedia.org/wiki/Jim_Crow)

 

Imagen 4:


Portada de la obra que influyera en Simone de Beauvoir a la construcción de la otra como inferior al sujeto universal hombre.

Imagen 5 :


Imagen de la excelente película “The help” titulada en argentina “Vidas Cruzadas. Película ganadora del Oscar en 2011.  Las protagonistas son Viola Davis (sirvienta negra), Emma Stone (periodista blanca) y Bryce Dallas Howard (joven racista del sur de EEUU, con fuerte influencia política.) Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/The_Help . Imagen tomada de: http://www.cinemania.co.cr/cinefilo/viewtopic.php?t=3072

 

Imagen 6:



Ellen Wright, Simone de Beauvoir y Richard Wright, 1947, Nueva York. Imagen tomada de http://thisrecording.com/today/2011/12/28/in-which-we-prefer-to-be-simone-de-beauvoir.html